Que bonito poder mirar a los ojos y decir todo sin necesidad de palabras. Con eso de que, con una mirada basta. Sin embargo no es tan fácil como parece, pues entran muchas cosas en juego y en ocasiones mantenerla es toda una osadía
Sueños que se tejen en la inmensidad de la noche, en la fragilidad de la esperanza, en la invisible seducción de nuestros pasos en el camino.
En el despertar de nuestra imaginación perdida, en el sabor de las cosas que nos gustan, en la frescura de cada mañana al levantarnos.
En todo y en cada lugar, pues los sueños no hacen ir a la vida, es la vivencia de sentirnos vivos, desde la ilusión, el motor que nos conduce a la liberación del alma.
Perseguir un sueño es confiar y creer en nosotros mismos, dejar que crezcan nuestras alas y volar.
Cada minuto compartido en el maravilloso encuentro de danzar la vida, es una oportunidad de crecimiento, de reflexión, de descubrir y de conectar con lo primordial, en un movimiento de reconexión, de enraizamiento con la tierra sintiendo las raíces, en ese florecer de la semilla que brota, crece y llena de sabiduría alza sus ramas al viento como brazos extensos, en una danza de agradecimiento por los dones recibidos.
Biodanza, ronda de encuentro, emoción, momentos de sentir y soltar, sacar afuera aquello que nos impide avanzar.
Biodanza, fuerza, coraje, sensibilidad y libertad para elegir allí donde una persona desea estar, haciendo presente su identidad. En ella la música nos envuelve, en esa magia que nos eleva y nos conecta, y nos invita a danzar con ese movimiento de vida, para expresar sin necesidad de palabras, ese arte de expresión que llevamos dentro, nuestra esencia adormecida que desea despertar.
Biodanza, un camino que llena corazones, en pos de la alegría de vivir, una experiencia vivida, sentida, dándonos el valor y reconocimiento que merecemos.
Porque todos somos uno, formando parte del Todo en unión. Somos vida sagrada en movimiento, en ella estamos presente, tejiendo redes desde el amor, en esos encuentros que por muy fugaces que sean, no por ello dejan de resaltar la cualidad del encuentro, la belleza del instante, cuando las personas se miran y se ven, cuando las almas se encuentran, se reconocen, y al instante «Yo, soy Tú»
Y entonces, Biodanza, cobra una dimensión más allá del hecho de bailar, porque aquí donde todo es posible, comienza la vivencia de ser o quién en realidad puedas llegar a ser, en la confianza de que está en ti, poder lograrlo.
Si dicen que estamos hechos de polvos de estrellas, porque no sacar nuestra luz y brillar como ellas, ya que en Biodanza hay todo un universo por descubrir.
Atrás quedan los pasos dados, los que no volverán, y, mirando adelante los que quedan por dar, muchos o pocos no se sabe. El camino es mientras lo recorres y lo vas llenando con cada trocito de ti, con cada ilusión y con cada sueño que te atreves a forjar.
Atrás quedan los pasos dados, no te quedes ahí, en ese trocito del camino, pues queda todavía más tramos por andar, no importa que el cansancio te venza, te detenga, está bien descansar, coger fuerzas para continuar. No obstante lo importante es no quedarse parada, esperando sin saber que esperar, pues el tiempo no se detiene ni para suspirar. Y todo se puede perder, aunque todo esté dispuesto para ganar.
El juego comienza y termina en ti, ya que el principal jugador, eres tú, son tus pasos, tu camino no más, si andas o te paras, está en ti, no en nadie más.
Toma impulso hasta la meta final, tú puedes lograrlo, si en vez de rendirte y mirar hacia atrás, con fuerza y constancia diriges tus pasos al lugar donde quieres llegar. Ten fe, confía, la vida aún está por llegar, pues hasta el último aliento todavía hay muchas cosas para contar.
Atrás quedan los pasos dados…
Vive, canta, sueña, ríe, pues como dice el poeta, el camino se hace al andar.
Solo encuentro el momento en que todo parece venirse abajo, la emoción apenas si me deja respirar y ver más allá del momento presente, que tanto me angustia, aunque sé que no es ningún final, ya que todo en la vida se transforma, aún así esa transición provoca miedo e incertidumbre.
Decir adiós se asocia con tristeza infinita y olvido, sin darnos cuenta que es el paso para nuevos comienzos llenos de encuentros.
Por eso, saboreo el instante por muy fugaz que parezca, me deleito y me embriago, con el perfume que deja la esencia de la vivencia, de todo lo vivido y compartido, que emana tantos recuerdos en cada célula, percibiendo por cada poro de la piel, la suave caricia de la ternura, los besos contenidos, no dados, el susurro de las palabras calladas, no dichas, expresadas en abrazos, dentro del marco que traza el silencio, que habla sin pronunciar palabra, comunicando más allá de ellas, el sentimiento profundo de lo que está sucediendo.
Emergiendo de un rincón del alma, lo que de alguna manera, queda todo en una mirada.
Tanto tiempo buscando fuera el paraíso perdido, sin darme cuenta que estaba aquí, delante mío, dentro de mí y que no es otra cosa que el vivir con amor.
El amor nos trae la paz interior, el sueño dorado de encontrar la felicidad, la elección día a día de seguir en un camino u otro. Y así desde esa percepción, alcanzar el estado de gracia.